QUÉ QUISQUILLOSO resultó el poblano Rafael Moreno Valle. EN SU VISITA a Tehuacán dejó muy mala impresión entre los organizadores de la tradicional matanza de chivos. Y ES QUE el gobernador primero no quería bailar, pese a que es la tradición. Luego su equipo exigió que no le dieran fruta ni comida cruda y, además, les advirtió que no tenía pensado realizar el típico brindis a pico de botella. DIJERON que Moreno Valle sí probaría el famoso mole de caderas, que se prepara precisamente en esta fiesta, pero sólo sin jitomate. Y, PARA REMATAR, su gente preguntó si el chivo desprendía olores intensos, a lo que los matanceros contestaron que sí, que normalmente los chivos huelen... ¡a chivo! ENTONCES los colaboradores del mandatario solicitaron que le pusieran algo a los animales porque a Moreno Valle le disgusta el mal olor. Pues les hubiera dado una rociada de su perfume, caray.This is simply priceless.
On a more serious note, here is a very critical Proceso article (open access) on Moreno Valle, pointing out his very strained relationship with the media - critical media, that is.
I am on of those who saw his election to Puebla governor a major qualitative leap forward, given the end of the PRI reign and specifically that of pederast/rapist-protector Mario Marín, a man I still dream of seeing thrown in prison if only Moreno Valle could summon the courage. Yet with antics like this, it is hard to have even the slightest amount of appreciation of the Puebla governor, who dreams of being PAN's 2018 candidate.